Ahora, con la vuelta del calor y el sol, se hace difícil hablar de una tarde de lluvia. Una tarde de hace dos días, y que además sigue estando cerca por su calidad humana. Fue una tarde de té, conversando con un amigo, en un entorno muy acogedor, y además había un saxo alto interpretando temas de jazz. La lluvia, afuera, no podía dejar de teñirse de todo aquello. Una tarde más cercana que esta tarde de claridad.
La amistad relativiza el espacio y el tiempo, incluso el atmosférico.