Si tuviera que aconsejar un cd para coger afición al jazz, este sería uno, el que me han traído sus Majestades los Reyes Magos: el del saxo alto Lee Konitz y el tenor Warne Marsh, en diez temas; un álbum que recibió en aquel 1955 de su salida las cinco estrellas de los críticos de la revista Down Beat -la Guía Michelin del jazz, en aquel momento, y cinco estrellas, pues como si dijéramos pata negra azabache-.
Konitz y Marsh hacen allí cool jazz, una música menos frenética y agresiva que el hard bop que entonces se prodigaba en la costa este norteamericana. Más agradable y accesible.
A mí me recuerda a una conversación: alguna vez ocurre que en una cafetería o un pub te encuentras al lado de una pareja que habla en un idioma que desconoces; no entiendes ni una palabra, o pocas, pero lo que te llama la atención es la música: el tono, el timbre, la emisión, la tesitura, los silencios, el andante o el allegro, las ligaduras que encadenan las palabras o el stacatto con que se subraya algo que -te figuras- debe ser muy importante. Si la pareja es vocalmente buena, te has encontrado con un inesperado rato de jazz. Como esta inesperada conversación de Konitz y Marsh a la que me han invitado los tres Reyes Magos.