AVISO PARA QUIEN QUIERA COMENTAR

¿Dónde está la sabiduría que perdimos en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que perdimos en la información?
T. S. Eliot, Coros de La roca, I



viernes, 3 de diciembre de 2010

Meditaciones sobre un tubo de pasta dentífrica

Si tuviera que asignar un aforismo latino al tubo de pasta dentífrica, sería Mors certa, hora incerta. No sabes -con certeza- cuándo se acabará, pero se acabará. Parece que es algo propio de lo tubular: desconocemos si el gel, la gomina, el ketchup, el tabasco... durarán un día, tres, una semana más. Tenemos la duda de deshacernos de ellos. Entonces los ponemos boca-abajo, y que la gravedad haga su trabajo exacto e inapelable. Este gesto me recuerda al golpe de mano con que ponemos a correr un reloj de arena. En esa arena, metáfora clásica, va el tiempo frío, cosmológico, sordo a nosotros. Por eso pienso que en el tubo boca-abajo hay una metáfora moderna y más ajustada a nuestra condición humana: en el gel oculto va un tiempo misterioso, biográfico, el nuestro. 

El tubo opaco tiene su imprevisibilidad y su lección moral: cuando está recién estrenado, gastamos con prodigalidad; cuando sospechamos haber pasado con holgura el ecuador, nos recatamos y medimos los apretones; pasa algo más de tiempo y lo ponemos boca-abajo, y eso es signo de la sabiduría otoñal, serena y grave a la que hemos llegado. Mantener el tubo así, no tirarlo con impaciencia para ir a comprar otro siguiendo las pulsiones de la cultura de consumo, es haber ingresado en la tradición sapiencial moral de los clásicos, saberse en compañía de Sócrates, Platón, Aristóteles, Zenón, Séneca, Cicerón... Pese a la  imagen popular  idealizada que nos ha llegado, la Atenas, la Roma que vivieron estos sabios estaban heridas de una profunda crisis. Como la nuestra. Ellos hicieron valer su palabra y su vida, como modo de resistencia moral. Nosotros, como mínimo, podemos poner el tubo boca-abajo.