"Amar a un ser es decirle tú no morirás", eso dice el personaje de Antoine Framont, en la obra teatral La muerte del mañana (1931), de Gabriel Marcel. Marcel la repitió muchas veces después, en escritos filosóficos y en conferencias.
Con el otro se palpa la misteriosa trascendencia de la persona, su sorprendente solidez, su paradójica fragilidad; la razonabilidad más allá de la razón; la esperanza contra toda esperanza; la promesa como fidelidad; la repetición como vocación.