Y cuando ya has descongelado el material y lo has troceado, mezclado, amasado, especiado... cuando has leído recetas, has ensayado tu toque personal, has dado a probar una cucharada del caldo a especialistas... cuando has sido constante durante días, meses... entonces... ¡ya está!... bueno, sí y no.
Lo que tienes delante es un borrador. Voy a escribirlo con mayúscula para no quitarle toda su sufrida, silenciosa y oculta dignidad -ya que la propia palabra no le acaba de hacer mucha justicia-: Borrador.
Ahora hay que introducirlo en el horno. El horno es un cajón en el que el Borrador debe cocerse y...
(dejemos cocer esta entrada de blog; ¡continuará!)