I.
A medida que el avión se acerca a Mallorca, voy adelantando mi lectura de La palabra heredada. Mis inicios como escritora, de Eudora Welty. Unas memorias sensacionales que traen el mítico sur de los Estados Unidos, la generación de Faulkner y Flannery O'Connor, los rigores veterotestamentarios de las congregaciones religiosas templados con humanidad, el encuentro con el lenguaje oral, los libros, el paisaje. Y una mirada piadosa y agradecida a la propia familia.
Llego al temprano anochecer, sobrevolando el litoral oeste, en su dulce condena a contemplar las puestas de sol por siempre jamás. Me acordé de aquella anécdota contada por Josep Pla de los aplausos que, sobre los acantilados de Valldemosa, al noroeste de la isla, el pintor y escritor Rusinyol propinaba junto con su familia a los crepúsculos más logrados.
II.
Llorenç, profesor de Lengua y literatura en ESO en el Colegio Llaüt, y gran amigo, me espera en el aeropuerto de Palma. Me conduce hacia el centro de la ciudad, y mientras mi mirada se prende de las puntas altas y afiladas de la catedral, me cuenta sus peripecias docentes. Coincido con su pragmático romanticismo: por encima de todo enseñar a leer y a escribir. Las teorías y las abstracciones, como las bromas: las justas. Estos breves momentos de puesta en común son de una catarsis impagable.
III.
A las 9:10 pm estoy frente a un numeroso grupo de padres de Llaüt, realmente ilusionados con la felicidad de sus hijos. Hijos en primaria, padres jóvenes, me siento muy bien. Les cuento algo que lleva por título: Mejores lectores, mejores personas, mejores familias. Ideas para ser feliz, leyendo. Y dejo para el final el apartado más importante: "¿Por qué la sociedad necesita que haya buenas lectoras?".
Me limito a 30 minutos, y propongo un coloquio. Jacqueline rompe el hielo/abre fuego (es importante no mezclar estas dos expresiones): no había conocido a una madre de 7 niños con tanta inquietud intelectual personal y tanta pasión educativa. Me brinda la siguiente experiencia: "Por cada libro que se leen les doy dos euros, y funciona". Me desconcierta, lo pienso... ¡y me parece muy bien! Puede ser un modo de resolver conjuntamente el problema de la dificultad de los adolescentes para leer y el de la asignación semanal. Con respecto al dvd familiar comentó una estrategia de parecida contundencia : "O blanco y negro, o nada", y ahí están, hechos unos fans de Fran Capra y Willy Wilder. Tomo entusiasta nota.
IV.
En la cena informal, me reencuentro con Toni, entusiasta profesor de 1º de primaria, que me enseña su aula como quien mostraría su corazón, si en un corazón cupiesen mesas, sillas, una pizarra electrónica, hojas secas que penden del techo, y multitud de dibujos en las paredes, y todos esos pequeños artistas. Y caben.
V.
Hay un efecto post-conferencia: te vienen a la mente ideas que también querrías haber dicho, que te gustaría haber ampliado, pero el reloj, la desmemoria y el mismo tren del directo te lo impiden. Y una de ellas es esta: Conseguir que los niños amen la lectura es ayudarles a ver más allá de lo inmediato, de las imágenes de la superficie de todas las cosas que nos llegan con la comunicación audiovisual. Y la felicidad tiene mucho que ver con la capacidad de ver lo invisible.
Y otra: Pero que nadie piense que esto es una guerra entre la cultura de la lectura/escritura y la del audiovisual. Son complementarias. Cada una exige su propia pedagogía, y ambas una común que muestre sus complementariedades y armonías.
VI.
Día siguiente, son las 7:05 am. Si la ventanilla del avión fuera un pollo, a mí me ha tocado ala, pero aún así es visible el parpadeo de hileras de luces sobre la negrura de este madrugón. Luces que nos permiten ver de otro modo lo que sabemos que está allí abajo, o allá adentro...