En el excelente blog de Vicente Huerta, Ser persona, me encuentro esta impresionante cita del escritor Sándor Márai, en la que parece hablar él mismo a través de uno de sus personajes:
«Leía mucho. Pero con la lectura sólo obtienes algo si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo aprovechas realmente lo que lees si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego, una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en tu vida o en tu trabajo.»
«Un día me di cuenta de que en realidad yo no ponía nada en mis lecturas. Leía como el que se encuentra en una ciudad extranjera y por pasar el rato se refugia en un museo cualquiera a contemplar con una educada indiferencia los objetos expuestos. Casi leía por sentido del deber: ha salido un libro nuevo que está en boca de todos, hay que leerlo. O bien: esta obra clásica aún no la he leído, por lo tanto, mi cultura resulta incompleta y siento la necesidad de llenar esa laguna.»
Lectura como implicación personal. El filósofo Gabriel Marcel me descubrió esa dimensión misteriosa que tiene todo lo valioso; todo aquello a lo que no nos podemos acercar como si fuera un problema que resolver, sino como una atmósfera en la que vivir: el amor, la muerte, el dolor, el tiempo... A esa dimensión misteriosa, presente en la lectura verdaderamente humana, sin anonimato, se refiere Márai.